R : Lo que afecta a un niño, afecta a toda su familia. Querer proteger sin decir decir toda la verdad no es un buena solución. Sabemos que hace falta tiempo para asimilar una mala noticia, pero debe explicarse lo que es posible que ocurra. Hablar de diálisis, de transplante está asociado a toda una posibilidad de proyectos, de futuro, de progreso.
Conviene paralelamente a las explicaciones de los médicos, del personal sanitario, de las asistentes sociales, una ayuda psicológica? No tengo respuesta. Antes del transplante nos parece imprescindible organizar un encuentro entre el psicólogo, el niño y la familia. Pensar en acontecimientos catastróficos puede implicar un rechazo al tratamiento. El niño puede pensar: “no sólo estoy enfermo sino que además me mandan al psiquiatra”. Es preferible que las sesiones con los psicólogos se organicen de la misma manera que el resto de controles, como el de corazón, por ejemplo. Pero en los hospitales, faltan enfermeras, voluntarios y psicólogos…